Diario Hiperrealista de un obsesivo ficcionista
Criaturas de la noche
Por Fex López Álvarez
Para Oskland Silva y Alberto Villa
La noche sueles convertirse en un manto de irrealidades. En un mundo alterno donde los sueños coquetean con las fantasías y las irrealidades donde los duendes juegan al escondite sobre los lomos de perros y las mariposas se regocijan con el sabor del néctar de la flores que en la noche, brindan ese olor adictivo y dulzón que se parece a las fantasías de los escritores taciturnos.
Durante la noche, suele ocurrir un fenómeno de olvido masivo que se parece mucho a esa enfermedad del insomnio que azotó sin clemencia a un pequeño pueblo soñado en el caribe colombiano. Todos los traumas del día, los dolores, las angustias, las miserias se olvidan, el sexo se hace tan apetecible como la mantequilla derretida sobre el pan caliente. La voces se hacen pegajosas, empalagosas, innecesarias.
Nuestras noches son abrumadoras, están llenas de estrellas que sonríen indiscretas, de ese frío coqueto similar a la nada. Incluso en ciudades como San Carlos, las noches suelen ser atractivas. algo místico las envuelve, como los cabellos de la mujer que te gusta o ese sonido suave del solo de guitarra en tu canción favorita de los 90's. Durante las noches, solo en ellas, la hipocresía de los habitantes de esta ciudad que intenta ser esquizofrenica, todo se presenta sin complejo, sin falsas posturas morales. Durante la noche, esta ciudad parece ser una ciudad.
No soy nadie para juzgar a nadie. He cometido tantos pecados que apenas puedo mirar al rostro a las personas. Me he drogado con cosas de las que ni siquiera conozco el nombre, he yacido con mujeres a las que les doblo la edad, he mentido y lo he convertido en mi oficio. No sé si sea alguien dañino pues nunca he hecho daño a nadie o al menos eso he intentado. Aun así, hay cierto aire de superioridad que me aborda cuando veo a algunas de las criaturas de la noche.
En su infinita hermosura, esa oscuridad guardiana de secretos y fantasías, suele mantener distintas criaturas nocturnas. Aquí o en cualquier lugar, tribus urbanas y solitarios absolutos y disidentes de la realidad, se debaten algunos espacios que en las mañanas, suelen ser utilizados para fines menos nobles que la bebida a la botella de ron que cuesta más de lo que gana una persona común en un mes, o para coquetear con algún recién conocido. Así, 5 u 8 roqueros dan una calada aun cigarrillo de mariguana a la sombra de apamate en una plaza, mientras grupos de amantes se besan con más romance que el de Lorca a la iluminación de una cinemateca. Grupos de personas comunes, incluso conservadores, se abalanzan al estacionamiento de un recinto cultural a beber y fumar protegidos por sus propios medios, ligando con las menores de edad que drogadas y alcoholizadas esperan un aventón en la plaza de al frente; un juego de gatos y ratones
.
La noche ve criaturas como yo, viejos barbudos salidos de pesadillas, y grupos de amigos saliendo sonrientes de una discoteca. La noche ve criaturas como la mujer que llevó a escribir este diario, una pobre señora totalmente enloquecida, totalmente hambrienta, o al grupo de niños que orgullosos, comparten un cigarrillo de marca buena como si se tratara de una langosta.
La noche también tiene guardianes silentes. Vigilantes de instituciones, animales ponzoñosos, políticos corruptos, y policías disfrazados de seres humanos. Dos amigos míos pertenecen a uno de esos grupos, no diré a cual, sin embargo, me he puesto a pensar en sus noches, complejas y exigentes, solitarias, frías, más cercanas a la inanición y la arritmia que a la alegría del mesonero del puesto de perros calientes más exitoso de la ciudad.
Sus peripecias siempre me han intrigado. Las muchas horas despiertos, el tiempo viendo a la nada, la obligatoriedad de llevarse bien con todo el mundo y a la misma vez ser severos y censores, su necesidad de amar de vivir de soñar. La noche nos les permite la distracción que al resto nos regala, la noche, mágica, es para ellos una tormenta en la cual, todo se olvidan de su existencia al día siguiente. Su trabajo es una putada, una patada en las bolas, es un paseo constante entre la nada absoluta y la inmensidad del espacio en el que trabajan.
Imagino que sus noches son larguísimas, que han hablado, de todo, que han visto de todo. Que su único placer es un cigarrillo a escondidas, o una conversación con alguna prostituta extraviada en busca de refugio, otra criatura de la noche. Una vez conocí a uno de sus colegas, un sujeto agradable que leía con un ritmo que me parecía sobrehumano. Me dij que debía leer tanto porque no podía pasar mucho tiempo a solas con sus pensamientos pues de inmediato, lo sobrecogían todos los problemas de su vida.
Justo en ese momento comprendí lo difícil de su oficio. Estas criaturas de la noche no se embriagan con licores caros o comen cualquier chatarra exquisita y bendita. Son seres humanos con historias propias que podrían darte en la cara como un puño de Mike Tyson. Ni siquiera pueden acceder libremente a esos momentos de reflexión necesaria que todos necesitamos y hasta buscamos, especialmente porque la soledad necesaria para eso, en casos comunes casi imposible, es para ellos, una realidad tan abrumadora, que incluso se hace terrorífica.
He aquí una figura en extinción, un ser humano que vive y siente pero que debe no parecerlo. Al final, todos nos vamos a algún lugar y ellos quedan allí, pidiendo cuentos, recordando las nalgas de alguna mujer, reviendo los malos tratos del día, compartiendo un pedazo de arepa fría con un perro tan fiel y valiente como ellos mismo. Inyectándose fantasía a diario para no morir de realidad.
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