DIARIO HIPERREALISTA DE UN OBSESIVO FICIONISTA

Del peo, el café con leche, y nuestra canción a las 4:20


Por Fex López Álvarez

Dedicado a Valentina Kross


Hoy recordé tu voz con la necesidad casi infantil de coger un teléfono y llamarte. Me tomé un segundo para para pensar que decir. No había mucho que pensar, solo decirte la verdad, que quería escuchar tu voz, saber cómo estabas. Repentinamente noté con cierta tristeza que había olvidado por completo tu número telefónico, a pesar de jurarte -tantas veces como tu a mi-, que te amaba. Admito que estaba ruborizado al saber que te olvidé vergonzosamente rápido, entre el insomnio y las piernas de otras mujeres, poco queda de tu recuerdo. Solo que hoy estaríamos cumpliendo otro año juntos, y el verde color de tus ojos.  

Si esto fuere una carta, en un guión para una película atrasada en el tiempo. Sería genial, de hecho, recuerdo una telenovela colombiana de un escritor transgenero pero heterosexual que se cogía al más chulo del barrio. Más o menos de eso va la vaina, de gente que te lee y se queja de lo que escribes y te dice un montón de vainas superfluas como si pudieran entender lo que tu sientes a la par que te pones tu un par de bolas más arrechas para entender todos los peos que ellos también tienen y que de bola, deben ser más rudos que los tuyos. 

Creo que de esto de llevar un diario -de realidades además- es más que todo una cuestión de tener buena memoria y quejarse de todo desde una cómoda silla en un infocentro dentro del trabajo -así cualquiera puede quejarse con bases filosóficas-. Siempre he tenido buena memoria, creo que es lo único que funciona bien en mi cuerpo. De hecho, recuerdo cada palabra esta mañana con Miguel Herrero, genio entre los mortales, quejándose con una fuerza impropia de su edad y que yo dejé atrás hace un buen rato y teniendo la suerte además, de que no voy a llegar a esas edad, de la corrupción y la desidia . 

"El Problema" -me aseguró- residía en la corrupción y en la mediocridad de los directivos de las instituciones públicas, empezando de bola por la principal y sus sexys bigotes de actor porno méxicano. Entonces caemos en cuenta que la gente suele creer que cualquier güebon en la administración pública es un corrupto triarrechisimo que a fuerza de contrabando o lavado de dolares y activos llega a tener más plata que cualquier narcotraficante -carajo es que hasta me imagino vendiendo el Julio Cesar primera edición en Cúcuta o alguna vaina como esa-.

Luego llega Franna, una amiga a la que quiero tanto que la mencioné en la carta de despedida que le hice a mi vieja y me recuerda luego de un rato de quejarnos de todo y de sentir pena de nosotros mismos, que hacía un buen rato le debía un café. 

Sin pensarlo mucho -porque si lo piensas te pones a sacar cuentas y ves el diablo cuando eso pasa y te das cuenta que gastaste media quincena comprando crema dental-, la tomé del brazo y la llevé a una de las cafeterías más bonitas -y la más barata- de la ciudad. De bolas que seguíamos hablando de la corrupción y de nuestra incapacidad para ser corruptos, determinamos que ni los directivos pueden ser corruptos simplemente porque hay nada que robar. Pero también abordamos ese peo del acomodamiento propio y hasta natural de la burocracia creada por el chavismo que se parece burda a la de Romance de los Tres Reinos -para los que le gusta la literatura China posterior a la Dinastía Han-. Hablamos de la demagogia propia de esta especie de casta y pa ñapa chocamos de frente con la autoridad local de salud o de alguna vaina, pero que otrora era la de vivienda, y que le prometió 3 veces a mi mamá -una anciana antigua guerrillera que echó bastante plomo por una revolución socialista que nunca vio- una casa propia, y que no cumplió ni cuando el alcalde de Tinaquillo fue a llevarle una bolsa con comida cuando pesaba 30 kg y se estaba muriendo en la cama de un hospital donde lo único que sobraba era el sexo furtivo entre trabajadores del hospital. 

Se siente tan de pinga estar detrás en la fila de una tipa así, con burda de plata, con tanta capacidad económica para pagar 2 panquecas y 2 cafés y pa ñapa, darle propina al mesonero -marico le dio propina al mesonero- yo me sentía como si el que estuviera delante fuere Rokefeller. 



Y uno se hace el valiente y le tira indirectas haciéndose el valiente y el molesto, pero pasas las siguientes horas cagado pensado que la tipa se lo va a sapear -y pa ñapa la tipa es militar- a la dueña del hueco donde trabajas -y pa ñapa la pana es del frente-, y te van a botar como un pajú de la única fuente de trabajo posible en San Carlos para un Antopólogo. Pero igual pides tu café con leche grande y uno igual para la pana, y de una te vas a la infancia y recuerdas las catalinas con queso duro o las canillas calientes con mucha mantequilla derretida, y hasta recuerdas el cartoncito de leche Carabobo azul y blanco con la C roja y la vaquita. y Aseguras con cierta presunción intelectual -cómo si la vaina no fuera obvia- que eso es un lujo para nosotros -Y recuerdo que una vez, muy drogada, desde la profundidad de tus ojos verdes -una para el Gabo- me dijiste con esa melancolía propia de niña traviesa y triste -una para Benedetti- que en Buenos Aires, cuando crecías, tus papás que eran de esa odiosa clase media de tu país, cogían una botella de Coca-Cola y la pagaban de un golpe pues en ese tiempo encerrados en el supermercado el costo de la gaseosa podía aumentar; una para Caciari-. 


Así se va el día en el país, quejándote de todo y tratando de disimular el hambre a la mitad del día, que viste al vigilante facho -verga para ser paco hay que ser conservador- y le hiciste una promesa de buena fe que ahora no recuerdo aunque tengo buena memoria. Toca ensayar la obra de teatro en la que te vuelves loco pero que técnicamente te mantiene el cerebro en su lugar. Lamentablemente no ves a la tipa que querías ver este fin de semana -en mi caso Dayna-. Y requemas pensando en absurdas ucronias y en novelas de mitopia con héroes clásicos para reescribir la novela de ficción latinoamericana -vaina más ilógica que el coño pero que me alegra más que llevar este diario de realidades-.

Entonces caes en cuenta que tu también estás aterrado de cagarla en la próxima función porque va a ser la más importante hasta ahora, y que el fantasma de Cabrujas te mira con un manojo de cilantro  en en el puño izquierdo esperándote con ojos llenos de pensamientos que los brutos como uno no puede entender, y que la única forma que te convide es hacer las vainas bien.   

Caes en cuenta que son las 4:20 y en el teléfono de Samuel suena la canción que me dedicabas siempre a esta hora, aunque la ilegalidad residía en tus labios, en tus ojos como espejos, en tu edad, hasta en tu condición migratoria. Caes en cuenta que este pots va a estar lleno de incongruencias narrativas pero igual te lo tripeas porque estás con tus alumnos estudiando una fotografía tomada por un francés en Cuba hace quien sabe cuantos años. Caes en cuenta que el día pasó en un soplido, que tu canción ya pasó, igual que tu y que los besos sobre la mariposa tatuada en tus costillas. Que el país sigue allí donde los dejamos todos nosotros, Sisifos cotidianos del mundo moderno, duendes del neo liberalismo y guardianes del Gran hermano. Que mañana, de nuevo, la roca se caerá y te darás cuenta que es necesario inyectarse fantasía a diario para no morir de realidad. 
     

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