No solo se trata de caminar

Las Manos

Por Fex López Álvarez
Muchas letras se van en diez ediciones de una revista digital. Muchos bites, muchas imágenes. Suelen alejarse los sueños y romperse algunas relaciones. La gente camina lejos, haciendo ese incomodo sonido que suelen producir los pies cuando se van alejando del punto de partida.
Ningún camino conduce a Roma, todos parten de la ciudad eterna y a la vez, todos nos llevan a distintos lugares. No existe ni existirá jamás un lugar común donde reencontramos. No alcanzaremos jamás esa Torre de Marfil formada por un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación (…) y veinte anaqueles, a cinco anaqueles por lado. Y de alcanzarla, nos encontraríamos con porteros de largos bigotes con cuervos graznado un nunca más mustio.
No se escribe con los pies ni se escribe caminado, se escribe al lado de los sueños, de las metáforas casi infinitas, del verde aroma de las frustraciones y con el fantasma del fracaso susurrando a nuestras espaldas. Suelen venir pequeños demonios de color rosa que te guiñan el ojo y te cuentan historias al oído. Suelen venir ogros de canciones melancólicas que te traspasan el alma y se te meten en los dedos, donde tú, solamente tú, el que camina, puede relatar lo que ellos te dictan.
No sea esta una proclama por la poesía o por la narrativa. Sea más bien un martillo para derribar la Torre de Marfil en la que han encerrado a aquello que nos motiva a continuar caminado. La propuesta es esa, usar nuestras manos para derribar la Torre. Que cada una de nuestras letras sea un martillo para golpear sus bases, para mirar a sus sacerdotes a los ojos y gritarles, ¡nuestras letras también valen!

Que no existan más estetas, que no existan más autores de cultos, que lo amateur impregne el ambiente y a cada lluvia de flores amarillas, le sobrevengan cada una de esas mariposas que surgen en las cenizas de un cigarrillo a medio consumir, o en el opio que las orugas del café nos ofrecen. 

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